La nueva novela de María del Pilar Cárdenas retrata la desigualdad desde la Comuna 13 y convierte el testimonio en resistencia
En un país donde la pobreza no solo se mide en cifras, sino en silencios, exclusión y abandono institucional, la escritora, periodista y dramaturga María del Pilar Cárdenas lanza una obra que interpela al lector desde lo más profundo. Su novela Todas las almas son mías se ha convertido en una de las piezas literarias más conmovedoras y críticas de los últimos años, al retratar las heridas invisibles que deja la desigualdad en Colombia.
Una voz exiliada que no ha dejado de narrar
Cárdenas, nacida en Colombia y exiliada en Canadá desde hace siete años bajo protección oficial, ha construido una trayectoria marcada por el compromiso con los derechos humanos, la memoria y la denuncia social. Su trabajo ha sido reconocido internacionalmente por su capacidad de narrar sin concesiones la realidad colombiana.
“La Comuna 13 es el lugar donde se cruzan todas las desgracias que padece Colombia: pobreza, injusticia, abandono y machismo. Esta novela no solo refleja una sociedad agonizante, sino que es una mirada femenina de la realidad”, afirma la autora.
Una historia que nace del periodismo y se transforma en literatura
Ambientada en la Comuna 13 de Medellín, Todas las almas son mías sigue la vida de los hermanos Ontaneda, Monserrat y Jerónimo, quienes enfrentan el drama cotidiano de crecer en un entorno marcado por la violencia estructural. La autora, periodista de formación, recorrió durante años los territorios más vulnerables del país, recogiendo testimonios que hoy se convierten en personajes literarios con voz propia.
“La pobreza no es solo económica, es una herida emocional profunda, un vacío de afecto y protección que marca a quienes la sufren”, señala Cárdenas.
Literatura como denuncia, memoria y acto de resistencia
Más que una novela, Todas las almas son mías es un llamado urgente a reconocer las vidas que se desarrollan entre el abandono y la resistencia. Es una obra que transforma el dolor colectivo en palabra escrita, y que recuerda que la literatura puede ser testimonio, denuncia y memoria viva.
“Escribí esta novela con el deseo de que los lectores puedan sentir, aunque sea por un momento, el peso que cargan millones de colombianos a los que históricamente se les ha negado la palabra y la esperanza”, concluye la autora.