Mientras el comercio digital crece a doble dígito, emergen riesgos de adicción, impulsividad financiera y vacíos emocionales que ponen en juego el bienestar de los consumidores
El crecimiento imparable del comercio electrónico en Colombia
El e-commerce en Colombia continúa marcando récords. Según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), en el primer trimestre de 2025 se registraron ventas digitales por $27,3 billones, con un crecimiento del 16,4 % frente al mismo periodo del año anterior y 131,6 millones de transacciones, un 15,6 % más que en 2024.
Aunque esta dinámica evidencia un escenario prometedor para la economía digital, también activa alertas sobre su impacto psicológico. El consumo digital se ha convertido en una actividad cotidiana con implicaciones profundas en la forma en que pensamos, sentimos y actuamos al comprar.
“El auge del comercio electrónico no es solo una consecuencia de la digitalización, sino un reflejo de cómo ha evolucionado nuestra forma de consumir en un entorno donde la comodidad, la inmediatez y la personalización son la nueva norma”,
afirma Pilar Navarro, docente de marketing en EAE Business School, institución de Planeta Formación y Universidades.
Neurociencia aplicada al consumo digital: una fórmula persuasiva
Las plataformas de e-commerce son hoy verdaderos laboratorios de neurociencia aplicada al marketing. Desde la inteligencia artificial predictiva hasta los estímulos visuales diseñados para generar compras impulsivas, cada elemento está pensado para maximizar el tiempo de permanencia y la tasa de conversión.
- Recomendaciones personalizadas (como en Amazon o Netflix) pueden elevar conversiones hasta un 30 %, según McKinsey.
- Aplicaciones como SHEIN incorporan gamificación para extender la interacción y reforzar hábitos de compra.
- Botones de colores cálidos, mensajes de urgencia y reseñas destacadas activan los circuitos cerebrales relacionados con la impulsividad.
“El e-commerce ha aprendido a hablar el lenguaje de nuestras emociones, deseos y miedos, activando mecanismos inconscientes que antes solo se estudiaban en laboratorios de neurociencia”, explica Navarro.
El riesgo de consumir sin control
La digitalización del consumo ha eliminado muchas de las barreras que antes moderaban el gasto. Comprar ya no requiere salir de casa, tener dinero disponible o esperar horarios específicos. Este entorno favorece el consumo emocional y compulsivo, especialmente durante campañas de alta presión como Hot Sale o Black Friday.
Cifras clave:
- Según el Journal of Behavioral Addictions, hasta un 6 % de los usuarios digitales puede presentar síntomas de adicción a las compras online.
- Factores como el “un clic sin sentir”, la presión social de las redes o la escasez artificial refuerzan la compra por impulso.
- Las consecuencias incluyen estrés financiero, aislamiento emocional y sentimientos de vacío, según especialistas en comportamiento del consumidor.
“Algunas compras responden a carencias afectivas, reforzando un ciclo de consumo emocional que puede derivar en problemas personales y económicos”, advierte la vocera de EAE Business School.
Estrategias para un consumo digital más consciente
Ante estos desafíos, tanto los consumidores como las plataformas están tomando medidas:
Herramientas disponibles:
- Aplicaciones financieras con alertas de gasto, categorización de compras y límites configurables.
- Bloqueadores de sitios web durante ciertas horas del día para evitar tentaciones.
- Campañas educativas desde las marcas para fomentar hábitos de compra responsables.
“El reto está en equilibrar la libertad del consumidor con un entorno digital responsable, donde las marcas también promuevan decisiones saludables y sostenibles”, enfatiza Navarro.
El futuro del comercio digital: entre la persuasión y la responsabilidad
El e-commerce seguirá creciendo, pero su sostenibilidad no dependerá solo de la innovación tecnológica, sino de la conciencia con la que consumimos y la ética con la que las marcas operan.
“Entender el porqué detrás de cada compra no solo es clave para vender mejor, sino también para consumir de forma más consciente”, concluye la experta.
“Y en ese equilibrio, entre persuasión y responsabilidad, se juega el futuro del comercio digital en Latinoamérica y el mundo”.