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Violencia de género digital: el nuevo rostro del machismo en la era tecnológica

Deepfakes, sextorsión y acoso online: cómo la tecnología amplifica las agresiones contra las mujeres

La digitalización ha transformado la vida cotidiana, pero también ha extendido la violencia de género a nuevos entornos virtuales. Deepfakes sexuales, sextorsión, amenazas en redes sociales y acoso persistente son solo algunas de las formas que adopta esta problemática en el entorno digital, obligando a repensar las leyes, la educación digital y los mecanismos de protección.

Según ONU Mujeres, el 73 % de las mujeres en el mundo ha sufrido algún tipo de agresión online. En Colombia, el 60 % de las mujeres entre 18 y 40 años afirma haber sido víctima de acoso digital. El Centro Cibernético de la Policía Nacional reportó en 2023 más de 1.300 denuncias relacionadas con violencia digital, siendo WhatsApp, Facebook e Instagram los principales escenarios de estos ataques.

“Las violencias que se han adaptado al entorno digital lo han hecho con una mayor capacidad de dañar a las víctimas, ya que el entorno digital permite una frecuencia mucho mayor”, explica Pau Crespo Donet, sociólogo, criminólogo y director de la Maestría Oficial en Intervención Interdisciplinar en Violencia de Género de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).

Nuevas formas de agresión que evolucionan con la tecnología

La violencia de género digital combina agresiones tradicionales adaptadas al entorno online con nuevas expresiones exclusivamente digitales. El acoso por mensajes, correos o publicaciones se ha vuelto más constante y difícil de frenar, incrementando el daño psicológico a las víctimas.

Entre las formas más preocupantes destacan:

  • Sextorsión: extorsión mediante la amenaza de difundir imágenes íntimas, obtenidas con o sin consentimiento.
  • Deepfakes sexuales: generación de contenido pornográfico falso con rostros de mujeres reales, impulsado por inteligencia artificial.
  • Acoso persistente en redes sociales: mensajes intimidantes, amenazas y hostigamiento que afectan la salud mental y la seguridad.

Estas agresiones complican la capacidad de respuesta institucional y exigen estrategias de intervención más avanzadas, además de una capacitación urgente para reconocer y reaccionar ante estas nuevas formas de violencia.

La pornografía digital como amplificador de la violencia

Un factor poco discutido pero cada vez más relevante es el papel de la pornografía digital en la normalización de la violencia contra las mujeres. Según Crespo Donet:

“La pornografía actual se caracteriza por la cosificación sexual de las mujeres, sometidas cada vez a prácticas más violentas. Estos contenidos están al alcance de toda la población, incluidos menores de edad.”

La exposición masiva a este tipo de contenidos refuerza estereotipos machistas y fomenta comportamientos abusivos tanto en entornos virtuales como presenciales. Además, se convierte en la principal fuente de educación afectivo-sexual para las generaciones más jóvenes, lo que distorsiona la construcción de relaciones interpersonales saludables.

¿Qué se necesita para enfrentar esta problemática?

La violencia de género digital exige una respuesta multidisciplinaria que combine:

  • Reformas legislativas que reconozcan y penalicen las agresiones digitales.
  • Educación digital con enfoque de género desde edades tempranas.
  • Protocolos institucionales para la atención y protección de víctimas.
  • Regulación tecnológica que limite el uso malicioso de la inteligencia artificial.
  • Campañas públicas que visibilicen el problema y promuevan la denuncia.

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